Maternidad y lactancia: mitos que debemos dejar atrás

Desde el momento en que supe que estaba embarazada, supe también que el camino de la maternidad estaría lleno de decisiones, aprendizajes y muchas emociones. Uno de los temas que más me intrigaba —y que con los años he notado que también preocupa a muchas mujeres que llegan a mi clínica— es la lactancia. A pesar de ser un acto natural y profundamente humano, todavía está envuelto en mitos, tabúes y desinformación.

Hoy quiero hablarte desde mi experiencia, no solo como profesional de la salud, sino también como mujer y acompañante de otras mujeres en sus procesos. Porque compartir, cuestionarnos y conversar entre nosotras —madres, hijas, amigas, parejas— puede marcar la diferencia.

¿Por qué aún hay tantos mitos sobre la lactancia?

Creo que la respuesta está en la mezcla de cultura, desinformación y falta de espacios para hablar libremente del tema. A muchas de nosotras nos han dicho que amamantar “duele”, que “si no tenemos suficiente leche” no somos buenas madres, o que “el niño se va a malacostumbrar”. Pero, ¿quién define lo que es normal o correcto si no escuchamos también nuestro cuerpo y nuestras necesidades?

Además, aún existe un tabú social importante: en Guatemala, la mayoría de empresas no cuentan con espacios adecuados para la maternidad y la lactancia. Aunque este tema ya comienza a discutirse en el ámbito empresarial, muchas mujeres siguen enfrentando retos al querer continuar con la lactancia y su trabajo al mismo tiempo. Y esto, inevitablemente, influye en nuestra salud física y emocional.

Replanteando la maternidad desde la realidad y no desde la culpa

Me gusta pensar que cada cuerpo, cada bebé y cada historia es distinta. Por eso, cuando hablamos de lactancia, es fundamental acompañar sin juzgar. A veces se puede, a veces no. Lo importante es que estés informada y que tomes tus decisiones desde la tranquilidad, no desde el miedo ni la presión social.

Aquí te comparto algunos consejos prácticos para el día a día:

  • Habla abiertamente con tu pareja o red de apoyo. Amamantar no debería ser una tarea solitaria. Explica tus necesidades, cómo te sientes y lo que esperas.
  • Prepara un espacio cómodo para lactar en casa. No necesitas grandes cosas: una silla con buen respaldo, una manta y agua a la mano pueden hacer toda la diferencia.
  • No te compares con otras mujeres. Cada experiencia es única, y lo que funciona para una, puede no ser lo ideal para ti.
  • Infórmate en espacios seguros. Consulta con profesionales que puedan orientarte sin prejuicios ni presión.
  • Escucha tu cuerpo. Si algo no se siente bien, si hay dolor o incomodidad persistente, no lo normalices. Busca ayuda.

Este es un servicio que brindo en mi clínica en Ciudad de Guatemala

En mi clínica, ubicada en Ciudad de Guatemala, brindo acompañamiento integral en temas de maternidad y lactancia. Mi objetivo es que cada mujer se sienta segura, respetada y escuchada, sin importar cuál sea su camino. Porque todas merecemos vivir la maternidad de forma libre, sin mitos que nos limiten.

 

Preguntas frecuentes sobre maternidad y lactancia

  1. ¿Es normal que la lactancia duela al principio?
    Puede haber cierta sensibilidad en los primeros días, pero si el dolor es intenso o persistente, es importante consultar. A veces es cuestión de postura o agarre del bebé.
  2. ¿Si no produzco mucha leche soy menos madre?
    ¡Absolutamente no! La maternidad no se mide por la cantidad de leche que produces. Hay muchas formas de criar con amor y respeto.
  3. ¿Puedo seguir lactando si regreso al trabajo?
    Sí, muchas mujeres logran combinar ambas cosas con organización, apoyo y, si es posible, extrayendo leche. También es válido decidir dejar de lactar si eso mejora tu bienestar.
  4. ¿Es cierto que si amamanto no puedo quedar embarazada?
    La lactancia puede influir en la fertilidad, pero no es un método anticonceptivo confiable. Es importante asesorarte si no deseas un embarazo.
  5. ¿Los alimentos que como afectan la leche?
    Algunos alimentos pueden influir en la digestión del bebé, pero no hay una lista “prohibida” universal. Observa cómo reacciona tu bebé y ajusta si es necesario.