Dolor de parto y analgesia epidural

El dolor durante el trabajo de parto va ligado a la intensidad de las contracciones uterinas y a los cambios en las estructuras distensibles del canal de parto, y suele ser de una intensidad alta, aunque con una gran variabilidad de una embarazada a otra.
El objetivo del equipo médico que te atiende es controlar el dolor para que el parto se viva con relativa tranquilidad y sea lo más natural posible.

Desde el principio de los tiempos el parto se ha rodeado de cierto misterio; hacia el siglo XVIII la Iglesia se opone a cualquier intervención en el milagro del nacimiento y, aunque a mediados del siglo XIX se postulan teorías sobre el dolor de parto y su aparición sólo en las sociedades más modernas, pronto queda demostrado que el dolor de parto está presente en todo tipo de sociedades y que está influido por una serie de factores tanto físicos como psicológicos.

Dolor de parto

Aliviar el dolor evita que la madre, el niño y el padre vivan el parto como una experiencia negativa. El equipo médico debe ayudar, aliviar y dar ánimos. El padre o la persona de confianza presentes, también tienen que aportar su apoyo.
En la lucha de la medicina actual contra el sufrimiento en general, a veces olvidamos que el parto no es una enfermedad ni un accidente y que el dolor que lo acompaña es muy complejo.

No obstante, es esencial que el dolor sea soportable. La preparación es fundamental, incluso si se ha decidido dar a luz con epidural. Los métodos de relajación y de concentración que se aprenden durante el embarazo son realmente de una gran ayuda y permiten sentir seguridad cuando empieza la dilatación.

El dolor de parto se define por las siguientes características:
• Es un dolor agudo.
• De inicio y final bien definido.
• De una intensidad variable de una gestante a otra.

En las primeras fases del parto el dolor se localiza en la zona abdominal y lumbar baja. A medida que progresa el dolor aparece en la zona infraumbilical, lumbar alta y sacra. En la última fase del parto aparece en la zona del sacro, ano y periné, incluso a veces en las piernas.

La epidural

Ventajas de la anestesia epidural:
• Su alta seguridad materno-fetal.
• El trabajo de parto se realiza con menos esfuerzo, lo que protege al niño y el útero.
• Elimina los efectos nocivos del dolor y el estrés.
• Permite a la futura mamá disfrutar del nacimiento de su hijo y compartirlo con su pareja.

Consiste en el bloqueo reversible de las raíces nerviosas encargadas de transmitir el dolor de parto, mediante la inyección en el espacio epidural, que es donde se hallan, de un anestésico local.

La embarazada se coloca sobre el lado izquierdo adoptando la posición fetal (flexionando las rodillas sobre el abdomen lo máximo posible) o bien sentada. La colaboración de la embarazada en el momento de adoptar la posición es importante para facilitar la realización de la técnica. Parece difícil pero el personal de enfermería le ayudará a colocarse correctamente.
Después de desinfectar la zona se localiza el espacio que se desea pinchar; normalmente se trata de la zona lumbar baja (donde ya no existe médula espinal, sólo raíces nerviosas y por lo tanto no hay riesgo de lesión).

Se infiltra un poco de anestésico local y después con una aguja algo más gruesa se localiza el espacio epidural y se deja un tubito fino, “catéter” que queda fijado en la espalda a la altura del hombro.
El alivio del dolor aparece hacia los 15 minutos de administrar la primera dosis por el catéter epidural. Primero las contracciones serán algo más cortas en el tiempo y luego dejan de doler o se hacen mucho más soportables. Las piernas quedan con sensación de hormigueo, algo pesadas al movimiento, aunque en la actualidad y dada las bajas concentraciones de los anestésicos locales que se usan se pueden mover con relativa facilidad.

Contraindicaciones

Las patologías que contraindican la técnica son pocas y poco frecuentes, entre ellas:
• Alteración en la coagulación (número de plaquetas bajo, enfermedades como la hemofilia, etc.).
• Infección aguda generalizada (fiebre alta).
• Patología cardíaca avanzada.
• Enfermedad neurológica.
• Intervenciones de la columna vertebral con material de fijación.

Efectos secundarios y complicaciones

Los escalofríos y una discreta caída de la tensión arterial son los efectos secundarios más frecuentes asociados a la técnica, y que no siempre se presentan.

De las posibles complicaciones, el dolor de cabeza, como consecuencia de la punción accidental de la duramadre, es la más habitual. La cefalea suele ser de fácil solución y se suele controlar con un sencillo tratamiento de reposo y analgésicos, tipo paracetamol.

Preguntas frecuentes

¿Puede dificultar el periodo expulsivo?

Con la analgesia epidural desaparecen las tremendas ganas de empujar (“pujos”), por lo que es importante seguir las indicaciones del equipo médico y la comadrona para realizarlo correctamente.

En el momento de la contracción se tomará aire por la boca y cogiéndose a las barras laterales de la cama se intentará hacer fuerza con el abdomen hacia abajo y simultáneamente se irá sacando el aire lentamente por la boca. La comadrona realizará varios “ensayos” de pujo un poco antes del final para aprender a hacerlos.

¿Puede la epidural perjudicar al bebé?

En ausencia de complicaciones maternas importante, la repercusión de la epidural sobre el niño es prácticamente nula. No obstante el dolor e incluso la ansiedad excesiva constituyen fenómenos patológicos que pueden acabar repercutiendo al feto. Por este motivo la analgesia es deseable cuando la madre considere que el parto está resultando demasiado doloroso.

¿Qué ocurre si se realiza una cesárea?

Si la cesárea se realiza tras trabajo de parto fallido y ya está puesta la epidural, a través del catéter se ajusta la dosis necesaria para realizar la cirugía. Generalmente precisa de un tiempo de 10 a 15 minutos. El continuar con la anestesia epidural permite a la madre asistir al nacimiento de su hijo, oír su primer llanto, verlo y le evita la frustración de no poder “recibir” a su hijo. Además se evita los riesgos que representa una anestesia general en la embarazada, sobre todo si ha comido en las últimas horas por el riesgo de regurgitación.

¿Qué ocurre en el posparto?

El catéter de la epidural colocado en la espalda se retira una vez ha finalizado el parto. Esta maniobra no es dolorosa. Las piernas se van “despertando” durante las siguientes 2 horas. Puede que la vejiga tarde un tiempo en recuperar su tono habitual, lo que a veces provoca retenciones urinarias y que con un simple sondaje se resuelven. El dolor de espalda que a veces aparece en el posparto y que se achaca a la epidural, es debido generalmente a la posición durante el trabajo de parto más que la técnica anestésica.